LAS MARGARITAS EN MAGHRIT

 

SALUSTIANO – Changer la vie

«Grita: Devastación y suelta a los perros de la guerra» , Shakespeare .

Mara tuvo una reunión de trabajo de esas que son tan oficiales que hasta los pingüinos lucen etiqueta. Habían sido elegidos para realizar una prueba que midiera la capacidad de resistencia de unos pequeños chimpacés para estar sentados sin moverse ni hacer rudios o señales de comunicación no verbal durante una hora y media. Su labor consistía en que a través de la voz y la pronunciación de las palabras exactas los chimpancés fuesen capaces de comprender lo absolutamente transcendental que es para el resto de sus vidas que realizaran tal esfuerzo de contención y amputación de su instinto natural y su pulsión animal. Hemos de aclarar que Mara pertecenía a una clase simios moderadamente evolucionada y también había sido sometida al control de dichas pruebas en su etapa anterior de aprobación del sistema, por tanto, estaba capacitada para el control y dominio que exigía el ejercicio. Sólo existía un problema, el resto de sus compañeros habían recibido con anterioridad, como premio a su labor inestimable de colaboración en actividades oficiales, un viaje a Estocolmo con todos los gastos pagados y cada cierto tiempo repetían con una estancia vacacional en tan maravillosa ciudad. Mara, aunque comprendía que tales periodos de descanso y relax podrían resolverle alguno de sus problemas de estrés , se resistía a iniciar el vuelo. Ella era más mediterránea y prefería otros destinos que, aunque menos desarrollados económicamente, le otorgaran un baño de luz y calor que la ciudad nórdica no podría proporcionarle. Esta pequeña diferencia  provocaba una reacción adversa en la conducta de Mara que se resistía a la obediencia ciega a la autoridad y a admitir que las cosas debían realizarse porque sí, porque alguien en alguna estancia superior de algún despacho del sistema laberíntico del que ella era parte así lo había decidido sin explicación ni justificación previa.  Ante la oficialidad e importancia crucial del trabajo que debía desempeñar, Mara veía con cierta preocupación y absoluta perplejidad el quantum de espacio temporal que debía administrar para llevar a cabo la prueba.

El lector debe comprender que la excelsitud del ejercicio era tal que los correctores debían ser nombrados de forma secreta. Nadie sabía quiénes y qué criterios se seguían para nombrarlos y su designación era acompañada por una nota firmada por la estancia ministerial y recibida a altas hora de la noche arropados por el anonimato que la oscuridad suele proporcionar a tales actos.

En Maghrit, ciudad a la que pertenecía, las cosas sucedían así. Ya nadie se preguntaba cuándo habían surgido los vigilantes de la calles, pero existían, nadie se preguntaba cuándo colocaron miles de cámaras por la ciudad en pro de un control de la seguridad del ciudadano pero las cámaras habían proliferado como las margaritas silvestres en un campo virgen y ahora todos debían fijarse si pertenecían a un grupo social u otro para saber por qué zonas de la ciudad podían pasar y cuáles habían quedado censuradas a su categoría. Hasta incluso los semáforos se regían por unas claves distintas al resto del territorio circundante y el ámbar pasó a significar parada inmediata si no querían ser sancionados con una multa…

Ya nadie recordaba nada  sólo las estancias vacionales que disfrataban en ESTOCOLMO.

To Be Continued…

PEPA Roble

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